676 LAURO LAURI
Aquella noche no pasó nada, y al día siguiente, a eso de
las tres, sacaron a Manuel a pasear por el jardín.
Mercedes le llevaba de una mano y Blanca Nieves de otra
para que no pudiera huir, |
. Muy pronto estuvieron junto al estanque, y allí se detu-
vieron.
——¿Te acuerdas de aquel día que por muy poco se nos cat
Manolín al agua?—le preguntó Mercedes,
-—No—repuso Aracil,
.. ¡Recorrieron la mayor parte de la quinta, y cuando empezó
a levantarse frío regresaron a la casa. Rita, la esposa de Blas,
le dijo a Blanca Nieves que hacía unos minutos había sonado
el timbre del teléfono,
La cuñada de don Juan Manuel hizo un gesto de indife=
rencia y no contestó, pero un observador hubiera notado que
estaba nerviosa. .
Y llegó la noche; un aire frio empezó a ulular entre las
alamedas.
Muy pronto llegó el tío “Sabato”, que era el guarda de no-
che. Al vérlas en un balcón las saludó con la mano,
Es un buen hombre; pero el que quiera que salte las ta-
pias de la quinta,
Mercedes acordóse de José Navarro y no pudo por menos
de suspirar. ;
“Que no se le ocurra venir una noche y se encuentren
frente a frente”, dijo para sí.
José la quería mucho y ella no le odiaba; pero $u sino la
arrastraba lejos de él.
“¿Qué dirá de mí? Terno que el mejor día hable con don
Alvaro, y éste, al saber que su esposa tiene un hijo, la mate.”
Al pensar en esto se estremeció. José estaba celoso de Ara-
cil, y un hombre celoso es capaz de todas las maldades.