688 LAURO LAURI
Juan Manuel lo leyó el primer día; pero como tenía mu-
chos motivos pará desconfiar de todo no acudió al Hotel Me- *
diodía, que era el lugar adonde le citaba Blanquita Nieves,
que era como él la llamaba desde niña,
— (¿Te has enterado si tu tía está en Madrid?—le preguntó
una noche a su hijo Juan.
Este lo averiguó al día siguiente de un modo muy sen-.
ceillo y sin riesgo alguno,
—¿Se hospeda aquí una señora recién llegada de Sevilla
que se Mama doña Blanca Nieves de la Fuente?-—le "preguntó
al encargado del registro del hotel.
Este miró en los libros y no tardó en hallar imscrito el
nombre de Blanca Nieves,
En la habitación número 44. Suba usted al tercer piso ya
mano derecha la encontrará usted.
Don Juan, que llevaba en la mano un abultado paquete,
subió muy decidido.
Blanca Nieves, al recibir el paquete, se quedó mirando al
mozo con fijeza e hizo un gesto indefinido,
—Me parece que viene usted equivocado—le dijo—, ste
paquete no es pata mi,
Mas de pronto ahogó un grito de júbilo al reconocer al
hijo mayor de su hermana Blanca Rosa.
.—¡Juan! ¡Hijo mío!
El doctor se Jevó un dedo a los labios y. Blanca Nieves
reprimió sus muestras de alegría. No obstante, le besó.
—¿Qué vida es la tuya, hijo mío?—le preguntó mientras le
ucariciaba.
Don Juan no contestó, ¿Qué iba a decirle, si ella, por el
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tuno de la pregunta, parecía estar enterada de todo!
— ¿Y tu papá?—inquirió—, Necesito hablar con él