LA LEY DEL AMOR 701
Don Alvaro le acompañó hasta la puerta y allí le inte-
IPOgo,
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"¿Que me dice, doctor?
—(Juo está muy mal, puesto que se le ha declarado la. me.
nineitis. En cúanto le empiecen los ataques es probable que
se quede en uno de ell
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medio humano de salvarle? Enténtelo, aunque
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me cueste una tortuna.
—No soy Dios, y sólo El podrá salvarlo. No obstante, a eso
de las diez de la noche vendré econ dos amigos míos.
-—No me vuelvo atrás de lo dicho.
- Y yo haré todo cuanto esté en mi mano.
Estrechó la diestra de don Alvaro y salió. WMalaesping su-
bió al cuarto de su amante.
¿Qué has estado hablando econ el médico? ¿Te ha dicho
que nuestro hijito está muy grave? No me lo niegues,
Don Alvaro guardó silencio y se sentó en un sillón. Ha-
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llábase disgustado, y cada movimiento que hacía el niño con
la cabeza era una punzada que sentía en su corazón.
-—¿Te ha dicho que se morirá?-—le preguntó Maravillas,
humedeciéndole el rostro con $us láerimas.
—Me lo ha dieho—repuso sordamente
dicho que sólo Dios podría salvarle
Un rugido de dolor salió del pecho de Pepa'la gitana,
—¡Hijo de mi alma! ¡Hijo mío! ¡Que era mi hijo!
Y empezó a besar al niño con apasionado amor.
—¡Hijo mío! ¡Hijo de mis entrañas!
as
lalaespina miró a su amante y no vió en su rostro el
Udolor nila angustia que veía en el de la esposa de José Rafael,
pata aumentar sus sospechas, la “Marquesita”
tana de unos doce años, hija de la Pepa, que se hallaba en un
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y 2CUALÓ y se arrodilló junto a la cuna del niño.
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