LA LEY DEL AMOR 155
El mastín le miraba y gruñía al mismo tiempo, y para que
callara le echó un mendvugo mojado en el arrope.
“¡Toma y no me ladres, so ladrón!”
Lil perro lo tomó con la-boca y salióse de la estancia.
“¡Arreando, Juan Currito, no vengan invitados! ¡Maldita
seu la perra de tua madre! Pero ¿ya estás otra vez aquí?”
lil mastín tendióse a los pies del gitano y empezó a mover
el rabo con humildad.
“¡Te daba así! ¿Por qué no me ladras ahora, morral?”
Mojaba mendtugo tras mendrugo, y no tardó en dejar el
a olla en menos de la mitad.
a4troDe de
artropi a
gusta tanto
“No me pidas MÁS, so perro, que a 11 me y
"Como a ti.”
Y no teniendo ya ningún mendrugo que mojar, aún tomó
con una cuchara un poco más de arrope.
“¡Qué rico estaba! Se ha acabado el pan más pronto de'lo
que yo queria.”
Vún tenía hambre; pero no halló más que un kilo de ju-
días en un taleguito.
“¿Y dinero? ¿Tendrá dinero?”
registró una por una todas las habitaciones, y en la ál-
coba donde dormía José-Navarro vió un arca de gran tamaño
Que estaba cerrada con lave y tenía encima un montón de
“Aquí debe de tener el gato: pero... ¿y le llave? ¿Dónde
la tendrá? Quizá la tenga'en algún bolsillo del abrigo.
Y. con una llavecita que sacó de la mencionada prenda
de. abrigo se arrodilló ante el arca, después de quitar la ropa
que había encima de ella.
« , : a , ”
Me parece que sí que es esta llave, ¡Qué olor a tabaco!
r 1 e . , . a . .
Y abriendo el arca iniró a su interior. Tres :ajetillas de