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No. sésnatla, don Alvarito—sollozó con angustia mal disi-
mulada—+.¡ Tenga compasión de mí!
Malaespina miró a la “Marquesita” y le dieron lástima
aquellos ojos negros.
—¿Y tu abuelo?opreguntó a la niña=-, Necesito hablar
ahora mismo con él.
—No sé fino estará “jumera”, señor. Anoche sí que lo es-
taba.
Mira... ¿No ves aquel que viene por alt?
Y soñaló'a un gitano que se acercaba montado en un burro
tuerto y muerto de hambre.
—¡Arre, “Mobina”1 ¡Maldita sea la ensalada de escarola!
La “Marguesita”, al ver a su abuelo, salió eorriendo como
1]
alma-yue Neva el diablo, no tardando en doblar una esquina,
El “Uñas Largas” no la vió y pasó junto a don Alyaro,
que se había escondido detrás del grueso trolico de una acacia.
—¡Alto!-—le dijo de pronto—. ¡Bájate, manito, que tenemos
qué hablar!
—Manolillo se puso más blanco que un agonizante. Si el
burro muerto de hambre hubiera sido úna jaca de Utrera Je
hubiera hincado las espuelas en los ¡jares, No pudo ni des-
pegar los labios al ver que el mejicano cogía el borrico del ra»
mal y a él por una solapa de su mugriento abrigo.
—Buenos días nos-dé Dios, señor:don Alvarito—le saludó—.
¿Y su señora?
Tan bien como, la tuya. Ahora baja, que tenemos que ha-
blar,
rr Le. advierto a. usted. queme. espera-el “Ferimneuila”
(Jue te espere sentado en un sillón,
Y aviva fuerza le obligó a: apearse del burro,
—¡Que me hace usted daño!