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) LAURI
— Ni he oído hablar de él ni creo que sea tan tacaño. Es
que en estas tierras los hay muy exagerados.
E —Tudo cuanto le he dicho es poco. No créa que exageramos
É cn ¡Antequera al decir que es un hombré que 10 saluda ni a
su esposa por no darle ni los buenos días.
ts casado ese tío tacaño?
—-Y con ura mujer más bonita que un amanecer del mes de
mayo, a la'cual ha tenido mártir durante varios años,
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le na muerto!
fo, señor; pero se l2 ha escapado con más de doscientas
tas. ¡ Ha hecho bien! A ver si muere de un berrinche
Í y va a parar al quinto infierno.
A -—Me parece que habla usted mejor de ella que de él —dijo
] don Juan Manuel con cierta ironía-—. ¿Es bonita la mujer de
don Jacobo? Me figuro que será morena y sevillana,
—No, señor. Es una madrileña con los cabellos rubios, dos
ojos verdes como dos esmeraldas y un nombre de princesa
' infantil,
—¿Qué nombre?-—inquirió, haciéndose de nuevas, Aracil,
—Blanca Nieves.
—¿Y sé ha escapado de su casa?
—Hace ya varios días.
Mucho más hablaron, terminando la charla cuando llama-
ron al mesonero desde la cocina.
“Bien—se dijo el ladrón misterioso. Me ha dicho mu-
cho más de lo que quería saber. El me dirá lo restante.”
Y al día siguiente salió a pasear, llegando hasta el cortijo
4 de Jacobo. ;
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Este No se hallaba en cara, donde no había más qua dos
braceros y un Immczo, cuya misión era ecnar el pienso a los
animales de labranza y a las avos.