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004 LAURO LAURI e 
—Sé iodo, eso y algo-más que a ti no te he dicho, Tu her- 
mana se escapó del convento saltando las tapias y huvó con 
un monaguillo a Sierra Nevada. 
-—Mi hermana sólo tenía entonces doce años. 
No digas que desde niña no os salió serrána, ¡Mira que 
marcharse a la sierra con un muchacho que apenas sabía 
hablar! 
-—Te burlas de tu tía la, de Málaga, y no de Aurorita, 
—Bien. Mañana te Heyaré con ella para que pases unos días 
en su compañía. Aquí, a mi lado, te aburres mucho, y: en 
cuanto no te dejo hacer lo que quieres te duele el hígado, 
—Tenía que dolerte a. ti, para que no te"burlaras de mi do- 
lencia. 
-—Vamos, queridos. Daos un abrázo y: aquí no ha pasado 
nada. ¡Hombre, aquí está el señor médico! ¿Queréis callar 
de una vez? 
-—Mucho siento molestar—dijo don Juan con aleuria iroñía, 
—Nada—exclamó mamá Maruja--: Un matrimonio, cuando 
riñe, es para quererse más. 
Don Juan alegróse infinito. Aquella riña terminaría por 
inclinar «4 Josita en st favor: 
—No riñan—dijó; tratando de reconciliarlos—, Hay que Hés 
varse bien. 
—¡Bah!—-dijo el gitano, haciendo un gesto despectivo—. 
¿Quién hace caso de medios días? Mucho mimo es lo que tú 
tienes. ¡Desdichado del hombre que se easa con una mujer 
bonita, que bien cara le resulta sú belleza! 
-——No dirás que te salgo cara, porque bien poquito te gástas 
conmigo. 
Don Juan le invitó a dar una vuelta por los alrededores, y 
el gitano aceptó, diciéndole que en una venta que había a dos 
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Ñ 
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