LA LEY DEL AMOR 925
estrellarse contra el tronco de un árbol de los muchos que
había en el camino. DE
No tardó en salir del bosque y en hallarse frente a la puet-
to de una casa, ante la que desmontó,
“¿Seguirá aquí mamá Maruja?”, se preguntó, mirando +a
través de las rendijas de la puerta.
Y diciendo esto llamó,
—¿Quién va?—oyó que preguntaban desde dentro.
—Abre, mamá, que es tu hijo Moisés—repuso éste—, Abre
sl estás sola.
Al instante abrióse la puerta, entrando el gitano con la
jaca. ]
Maruja abrazóse llorando au su hijo.
—¡Hijo de mi alma! ¿Qué es de tu vida? ¿No te han echado
mano?
—No, mamá, Ni erco que me la echen; pero ¿ qué sabes tú?
—Que el marqués está muy malito en easa de Aurora y qué
las dos: hermanitas Je cuidan cón el amor de un hijo.
—¿Mi esposa sigue alli?-—inquirió, lleno de co raje, el “Mal-
comio”.
Allí está.
-—¿Es que quiere que la degielle por mala? e,
-—No sé lo que querrá. ]
«=¡ Aparta, maná, que me voy e pot ella! ¡ Aparte, mamá!
Interrumpióse al sentir dos golpes dados en la puerta, —:
—¡Madrecita de mi alina! ¡Ya están ahí los “mellizos”1 - í
Moisés no se movió, pero su, moreno rostro se puso /1más
amarillo que la cera.