Capítulo XCV,
LA HERIDA DE JOSITA
aruja no era mujer que se asustase
de una sombra y para ahogarse ne-
cesitaba más agua que: la que lleva
el Amazonas,
—Lleva la jaca a la cuadra y tú sal
por uno de los agujeros de las tapias
del corral mientras yo hablo econ los
“mellizos” —aconsejó. a su hijo,
Moisés tiró de las bridas de la jaca y la llevó: a la cua-
dra mientras su madre abría la puerta, dando entrada a la
Beriemérita:
——Adelante, señores-—dijo cón su acento andaluz y dulzón,
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Entraron un sargento y dos guardias. El primero miró
, severamente a la gitana, la cual no se mostró aturdida,
—¿Y su hijo?—le preguntó—, Si está acosta o, que haga el
favor de levantarse, que tenemos que hablar con él,