LA LEY DEL AMOF 979.
por un ladrón. Nada, me ocultaré y
gue, ya que no puede tardar mucho,”
Estremeciósc al oír abrirse Ja puerta de la calle. ¿Sería
Blanca Nieves que llegaba?
esperaré hasta que lle-
No lo pensó más y ge ocultó en un armario que había a
la derecha del dormitorio. A su lado colocó la malet: , que 110
abultaba mucho,
“¡Qué sorpresa! ¡Ella que me cree en Antequeral Ya
está ahí.”
La oyó entrar y prestó atención por si decía algo,
] E)
Hallábase sola y recorría con su paso menudo de anaa-
las dos habitaciones. Sintió que abría el balcón, ¿Espe-
lid al amanto que los celos de su es sposo hacíanle creer que
existía? ¿Qué hacía que no se acostaba, siendo ya más de
las re e de la noche?
“¿Qué hace que no se mete en la cama? ¿Qué espera?”
Transeurrió uw cuarto de hora. Armengol no se movía
para no delatar su presencia.
Y de pronto se estremeció. Alguien había entrado, y; no
por la puerta. ANí estaba el amante. : :
Buenas noches—musitó una voz que hizo estremecerso a
Armengol. ,
¿14d apócrifo Anacleto! ¡Juan Manuel Aracil! ¡El mis-
terioso! Tres nombres y un solo ladrón”, se dijó el marido
de Blanca Nieves.
—Bucnas noches—respondióle Blanca Nievos en voz tan
baja que apenas se la entendió.
—¿Qué te pasa, que estás angustiada ?
—Ya sabes que ño stoy asustada por mí, Emo por t1, que
juegas con la Muerte.
—¿Que juego con la Muerte? Noé cuándo mo hés visto tú
con esa señora,