2912 ' LAURO LAURT
¡Ay, qué bien! Ásí no: mo duele tanto. ¿Qué le Lengo que
dar por todo lo que ha hecho por mí?
Nadi-=repuso muy rápido el senor Abelardo, A 0%
otros no nos tiene que dar nada.
Puos si usted quisiera hacerme un favor yo le
A CF U0OD el US
daría ná
recompensa. No soy rico, pero tengo un modesto pasat.
Y echó un billete de cien pesetas encima de la m054+
ver gi hay
«(hiere usted que llame “ die ,
duiere Usted que llamemos a un medico para
rotura en la rodilla?
Acaso ya le Hamaré nahana, Conozco a un doctor que
MUY amigo Mio,
Y quiere que le amenos?
GA
4 27 1 - : 0180»
o: ahora no. Ya ls he dicho que manala, $1 03 precist
2 qUe
no tiene que hacer mas qué
Muy bien; ya sabe usted que
mandar. Igualmente le digo de mi-csposa.. ¡Dl quiere que
lo haza una taza de tila o de manzanilla, dígaselo!
Quisiera dormir aquí misino para vel si descansaba Y *
me quitaba el dolor por completo.
usted todo el tiempo que quiera;
alcoba de mi niño, el cua
-—Aquí puede estar mas
ño en esta habitación, sino en la
puede dormir eop nosotros.
Jr un puerta que había a la derech:
] .. 0
los pocos moméntes acompañado de su esposa y del niño, qU
qe?
; m7 sali0 a
Y entrando ]
tendría unos ocho años.
—Todo arreglado—dijo——. Ahora mismo le vamos a pasa!
entre los dos.
Mauricio dejóse llevar, y al instante descansaba en una
cama pequeña de madera, n0.MUYy lujosa, pero sí muy limpie
y aseada. Bajo la almohada puso la cartera con el diner
—Mañana les daró otras cien pesetas para que 164 pong
O...
a
la comida. Esta noche sólo quiero dormir,
—Bien; aquí se queda usted solo. (Jue descanse.