2314 LAURO LAURI
—¿Qué tal'ha púsado la noche?—le interroeó ABolardo, muy
interesado pot su salud.
-—N me ha dolido tanto.
—¿Quiere que llamemos a su médico, o al de nuestra S0-
ciedad ? .
—Aún no, En el caso de que me duela mucho, a la noche:
—¡El desayuno sí lo tomará!...
—Lo que usted quiera
rio, traigo una, taza, de chocolate, unos buñuelos y unas
tostadas con mantequilla. Si se queda con gana le traeré unos
bizcochos.
mNo: nie quedaré con gana, Tranquilícese..
Y sentándose en la cáma empezó a desay tina:
+oiDigustan.,!
—(QQue aproveche—repuso el matrimonio.
ul “Moro” no dejó, ninguna sobra. Se notaba que llevaba
hambre atrasada.
—¿ Y 0d] la? ¿No de duele tanto como anoche?—le pre-
tar el senor Abelardo,
—No tanto, pero todavía me duele algo. Yo ereo que tengó
roto el hueso...
ais Y nada; esta noche se llama a su médico, y si la tiene
rota, que sc la entablille, o que se la escavole Mi ientras el mé-
lio 10 10 ordene, no se mueva usted de aqui,
Mauricio sacó la cartera y le dió otro billete de cien pe-
setás para el dasto del día.
1...
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“Este hombre es una mina— jo el señór Abelardo para
si—.' ¡Mira que si ge quedara a Vivir cón nosotros 1»
Quitáronle el mantel, y Mauricio les
A,
dijo que le dejaran
dormit'hásta las dos.
AY
alerón de La áalcobá! y Maúricio se tendió nuevamente
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sobre la almonada, espabilándose a Ta 15