LA LEY DEL AMOR 2967
2migos. Don Alvaro, muy enojado, se dirigió a la habita-
ción donde estaba su hija.
Ál verle entrar tan descompuesto [sabel se sonrió.
=—¿Qué te pasa? ¿Te ha sentado mal quí yo no haya quetido
Salir a ver a tus amigos?
*—¡No te has portado bien!.
—¡Te has querido lucir con tu na y no nas POMIAO: [Jds.,
l.., ja!
¡No te rías! ¡ Bién sabes que teñgo mal genio! -
—No lo ignoro, papá. Tú eres capaz de encerrarme en una
jaula y dejarme morir de Kambre. ;
Don Alvaro se puso más pálido que un muerta.
-—¿ Quién te ha dicho.., ,
—No ha hecho falta que nadie me diga lo que yo he visto
ésta mañana dentro de tu alcoba. 3
al?
—(Que se ha comido algo... ¿Y lo que se te comió Ho o pudisie
Mandar a comprarlo? ¡Qué ahortAidO estás!
—¿ Tú sabes lo que me ha hecho eso maldito anir
—Bien sabes que yo tiro el dinero cuando quiero...
—¿Y dejas morir de hambre a un pobre gato? ¡Qué aplau-
$0s te darían tus. amigos si lo supieran!
—¡ Isabel!
—No tiene nombre lo que has hecho con ese animal...
Don Alvaro se puso rojo de ira y posó en el suelo su furi-
bunda mirada. |
Pero al instante cambió de actitud y le dijo a su hija:
—1sabel, he obrado muy mal y tienes derecho a decirme que
Soy malo.
—Suelta al gato y no te lo diré. Suéltalo esta misma noche.
Don Alvaro no contestó, pero inmediatamente se dirigió
2 su alcoba, ¿