ka
LA LEY. DEL. AMOR , da
—Yo he tenido mis motlvos.
—Ño, 1 samá. Tú no has tenido ningún motivo, puesto que
Dapá, te ha cado para que lo aceptaras., $1 no lo quieres
ti, fanda con él un hospital parecido al del Niño Jesús
"Pon al frente de él a papá.
y a ti, que no tardarás en ser otro gran médico, espocla-
lista en enfermedades de la infancia.
Manolito hizo con la cabeza un movimiento negativo.
—No—repuso el joven—. Mi misión no está. aquí, sino en
el Brasi] o en Indochina.
—No me s e dicho nada de tus provectos- do Mandel,
—Es que aún no tenía nada decidido.
—¿Y cómo te ha dado esa idea así de pronto?
m Sa 3 bf
—Tomé anoche tal decisión al enterarme que mamá Merce-
des se marcha dentro de ocho días con otras tres misioneras
del Saerado Corazón de Jesús.
Marilina se puso intensamente púlida.
¿Le habría sugerido Mercedes aquella idea para arrantar-
le de los brazos de su madre?
¿Y tí quieres ingresar en alguna orden religiosa para Mar-
Char con Mercedes?—le preguntó su padre.
—No, papá. Yo me marcharé como médico para estar ocho
Años entre los indios ayudando a los misioneros.
—¿ Y transcurridos esos ocho años regresarás a España”
—Ni no he muerto, sí.
—Bien dicho. hijo mío: si no has muerto en aquellas ingra-
tas tierras, en cuyos bosques anidan millares de fieras, reptiles
Y hombres salvajes.
—Es una penitencia que me he impuesto yo mismo, mamá.
—¿ Que te has impuesto una penitencia?—Je preguntó sy pa-
dre-— ¿Acaso has cometido alguna acción censurable?