3016 LAURO LAURI
en ún caballo de poca alzada. El intérprete hizo lo mismo, Y
minutos después los dos jinetes cabalgaban a buen paso.
¡Hermoso panorama el que se ofrecía.a la vista de los
viajeros! Tnmensos arrozales encharcados por varios artos
yuelos de aguas azuladas, en cuyas márgenes se veían peque-
ños caimanes abrían sus fauces y enseñaban “sus acerados
dientes.
lil caballo de Manolito pisó:a uno de ellos, y éste se arras!
tró queriendo alcanzarle.
Tao-Mao echóse a reír.
-—Quiere morder al caballo—dijo.
-—Allí hay otro. ¿Quieres que le dispare un' tiro?—le dijo
Manolito a Tao-Mao.
—No perdamos tiempo, doctor. Hay que llegar antes de las
diez a la estación.
El intérprete picó eon las espuelas en los ijares de la jaca
haciendo lo mismo Aracil. ;
—¡ Mire; un tren por los arrozales! ¡Mire aquella nubecilla
de humo! : :
-Y allí está la estación —dijo Manolito señalando in des-
tartalado edificio, al que rodeaban cuatro erupos de casitas
de adobes y paja.
Ein una de estas casitas vivía un amigo de Tao-Mao, Y
en ella dejaron los dos caballos, l
— Mañana vendré a recogerlos —l6 dijo el intérprete de la
Misión. |
Y le dió un tael, moneda equivalente a 350 pesetas capa”
olas. El indochino dió un salto de júbilo y se mostró muy,
agradecido 13] Tao- Mao.
No tardó en llegar el tren, y los dos servidores de la Mi-
sión ge acomodaron en un coche de los primeros que debie-
con eorrer por los incultos campos de la Indochina,