3058 LAURO LAURI
-—¿Qué quieres, Hermano? ¿Has venido a esta celda en bus
ca de auxilios espirituales?
—-He venido en busca de un perdón que mi alma necesita
hace ya muthos años, Padre mío.
—Y que yo te otorgaré, si tu arrepentimiento es sincer0;
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Y con la diestra hizo la señal de la cruz sobre la cabe
del penitente,
Algo más de una hora duró la confesión de Juan, qué fuó
completa y sincera, pues no omitió ningún pecado de los mu
chos que había cometido.
: , . anto UU
—He pecado mucho, padre mío. He sido un maleante,
ladrón...
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El religioso le escuchaba horrorizado, pero en su 10%
no se reflejaban las angustias de su alma.
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Don Juan, arrodillado a sus pies, siguió hablando CoM
Tres 0
7] har
cuatro rosarios le parecieron una sencilla penite meia. E '
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blar con Dios y cón la Virgen no era penitencia para él, Y
mirada clavada en el piso de la humilde habitación.
10)
tanto daño había hecho. Hablar con Dios no es un martirió |
sino un placer.
+-Deseo una penitencia muy dura, Muy amarga...
1] religioso quedó unos instantes pensativo. :
—¿(Jué penitencia quieres que te imponga, hijo mio?
preguntó.
—Una que me dure hasta el día de mi muerte.
¿Ve parece muy duro practicar el bien?
May duro me hubiera parecido hace dos años, pero aho?
no. Hoy todo me parece fácil y sencillo con tal de logr2!
salvación de mi alma, /
-—Bien. No te impongo más que una penitencia: que sed
bueno y honrado, El Señor te lo premiará si así lo hace?