3064 LAURO LAURI
oficinas de la “Compañía del Aire”, detuvo el qoche en la
misma puerta y entró en el edificio, dejando a Manolito eb
el coche.
“¿Qué les habrá pasado? ¿De qué habrá muerto mi po"
bre madre?”, se preguntaba sin cesar.
Aquella idea parecía martillearle las sienes.
No tardó en salir don Juan con el pasaje en la mano.
—Arreglado—dijo—. Con un puñado de billetes y con da
fotografía que me diste el otro día lo he arreglado fácil-
mente. >
—¿Y cuándo sale para Europa el avión? ¿Se lo han dicho:
—El jueves. No faltan, pues, más que tres días para la S2
lida. El domingo estarás:en Madrid, después de hacer escala
en Banckok, Bombay, Adén, Suez, Roma y Marsella.
—¿Mucho tiempo en cada una?—le preguntó Manuel.
—Una hora. Quizá en: Bombay haga dos, y no sé si otrW
dos .en Adén. ; y
—En Marsella tomaré el tren para Madrid, ¿no es así, tío,
— Haciendo una parada en Portbou.
Mientras hablaban -el ecche corría por las asfaltadas 02
¡les de Saigón.
Al Negar a la. casa hallaron en la puerta ya la japonesita-
ista, al vor a Manolito, dejó escapr un grito de júbilo.
¡Tú! ¿Usted?—exelamó—. ¡No sabe lo mucho que /
alegro!
ne
—$1 tú supieras el motivo...—le dijo don Juan.
P el
— ¿Le ha pasado algo al abuelo, o.mo se sabe nada de, 9*
— Ml abuelo ha- muerto en un accidente,
—¡ ios, mío!-—no pudo por menos de exclamar la japo
nesita. 1
Y asustada por lo que le hablan dicho les siguió hasta é
despacho de don Juan.