LA LEY "DEL AMOR
—¿Y qué dirá tu madre cuando te vea marchar? Dirá que
do la quieres.
Al oír estas palabras sonrojáronse las mejillas del joven, que
Desó a su madre en la frente,
—Te quiero más que a ella. No seas celosa, madre mía.
—No me dis Agusta que la quieras a ella; la. que no quiero es
QUe te marches de mi lado. Si tal haces, no tendré más reme-
dio que creer que la quieres a ella más que a nú, :
—Te he dicho que no, y para que veas que es cierto lo que
to digo, me quedaré,
Marilina dejó escapar un grito de júbilo. Ya no le vería
Marchar,
—¿Y esta muchacha?-—nquirió el joven mirando a la japo-
Mesita—. ¿Quéwvamos a hacer con esta niña?
—¡Quedarnos con ella, puesto que no tiene padres y tú lo
Quieres así. :
—¿Quién te ha dicho que yo quiero que nos quedemos con
ella? ¿—preguntóle en voz baja Manolito.
—Pus ojos, que no saben mentir, pareciéndose en eso a los
mios
El joven bajó la cabeza y posó sus ojos en el blando mantel,
—M;
amá, al verme tan triste le pidió a Dios que te resuci=
Mita. Dios ha escuchado sus ruegos y. yo le estoy muy agra-
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“cido por haberme devuelto a: mi querida mamá.
Rosita hablaba en aquellos momentos con Mercedes y
: US EA z ,
Marilina y no se daba cuenta de lo que. de ella decían madre
hijo, ; o
Ti Te quedarás con nosotros?—le preguntaron las dos her-
Manas.
—No só-—repuso la muchacha,
T¡AÁnda, sil (Quédate con nosotfas y nos querremos col
Uerrcnios como