| LA LEY DEL AMOR 3117
—Buscando un antídoto, mamá. ¡Aquí está!
Y le enseñó un frasquito de cristal,
—Rosita se ha matado
por mí, y no quiero que me remuerda
Y Conciencia.
Y nuevamente se dirigió a la alcoba de la japonesita,
—¡Animo! —le dijo—
“Mi vida no tie
Mito
- ¡Animo! ¡No quiero que mueras!
ne objeto—musitó Rosita—. ¿A quién lo
Cs4 que yo viva, Manuel mío?
T¿Que a quién le interesa? ¡A míi!.,
“9% toda mi alma!
T¿Me lo dices para que sea tranquila mi muerto?
Te lo digo con el
. ¡A mí, que tesquiero
. corazón en la mano.
Y Manolito le dió a beber el antídot
TiBebe, vida mía! ¡Bebe ]
Me a ti!
o que había cogido,
a vida, que no quiero a nadie más
Rosita tomó el vaso: y se lo llevó a los ]
abios, apurando
Sta la última gota. En aquell
os momentos deseaba vivir,
llevó una mano a la boca del estómago.
mala me pongo, Manolito!
Tuvo un momento de intenso malestar y grandes augus-
lAS y tornóse exageradamente pálida.
CiAgua muy caliente!...
lento.
Mas de pronto se
SiAy, qué
¡Traed botellas de agua Muy Ca-
que se ha quedado fría!-—dijo Manolito.
Al poco rato ]
lados y en ]
ión y
c ponía las botellas, colocándolas en los cos-
os pies, Inmediatamente le ad
la arropó con varias mantas.
No te muevas
Yación.
ministró una inyce-
y trata de sudar—le dijo—. Esa será tu sal.