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LA LEY DEL. AMOR 3127 
tiosa herencia de su padre, la dedicaba a prodigar el bien 
Por donde pasaba. Su nombre era muy conocido entre los in- 
dios, y ya llegaba hasta los arrabales de Saigón. 
¡ —Es un blanco que no tiene nada suyo-—decían—. Es muy 
tico, pero si sigue así va a terminar por Arrulnarse, 
—¡Y qué médico! Lo mismo cura el cólera qué la fiebre 
iMmarilla 
Don Juan había montado una serrería mecánica y llevado 
dos operarios europeos. En ella trabajaban la madera que 
les servía para construir albergues para los indios que no lo 
tenían. 
Un día salió, acompañado de dos indochinos y un silamés, 
A inspeccionar las obras de un puente de madera que estaban 
construyendo a cuatro: milla s de la Misión. 
* El viaje lo hicieron en una carreta tirada por «os bueyes. 
-—Mal día ESE el indochino Tao-Mao, que, era uno 
de los acompañantes 
Don Juan miró por el Este y vió que avanzaban tinas nu- 
bes muy obscur: As, 
—Me parece que vanos a tener tormenta dijo. 
-—No-—-repuso Tao+Mao-—. No tendremos tormenta, pero va 
2 caer un aguacero torrencial, : 
—Y que por aquí no tenemos dónde guarecernos, como no 
sea en la arboleda. Y ya se sabe queel que se mete debajo 
de hoja, dos veces se moja” 
Tao-Mao trató de avivar el paso de los bueyes, pero no lo 
consiguió, A los pocos momentos empezó el aguacero. 
-—¡Qué día hemos escogido!-—dijo don Juan, arropándose 
con una IGna do llevaba en la carreta. 
il sia r log otros dos indochinos hicieron lo mismo, y 
ota avanzó al paso lento de.los bueyes. 
iluvia. como ya hosmos dichs,: cra lonengia?,
	        
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