3138 LAURO LAURI
—¿Y el herido? ¿No ha vuelto aún en sí?—le preguntó a don
Juan, al ver que éste miraba al chino desde la puerta de SU
alcoba.
—No ha vuelto en sí, y quizá no vuelva si no le operamos»
—¿Se atreverá 1 dl a operarle sin medios para ello?
——Moe atreveré, he que Dios guíe mi mano. Lo único que 10
puedo es anestesiarle,
—Tendrá que atarle bien. Si no lo hace así, quizá le des"
troce la mano de un mordisco,
—Le ataremos a las tablas de la cama. Todo, antes que des
jarle morir sin asistencia,
Un quejido les interrumpió, El herido volvía en sÍ y nl"
raba con incoherencia en torno suyo,
Don Juan acercóse al lecho y posó sus ojos en el chino, 1 al
mismo tiempo que le cogía una mano,
—Debía dejarte abandonado como-a un perró que se arroja
al E a dijo—. Tú no mereces otra cosa por infame
Jué les he hecho?—+tartamudeó el chino, sin atreverse 4
mirar de frente al doc tord
—¿(ue qué nos has hecho? Bien lo sabes, canalla.
—Después de darles hospitalidad...
Que te hemos pagado, ladrón, No te debemos nada, y tú
a mí vas a deberme la vida, porque te voy a arrancar de 198
varras de la Muerte.
—¿ Me estoy muriendo?
¿A . A e A
—Te estás muriendo, sí. Te estás muriendo, y yo debía de
jarte morir por habernos querido asesinar mientras dor”
mÍdmog.
—No quería matarles, No crean eso de mí.
ri, Ta ¡8
dón Júan sonrió con cierta 1róni2
iste l Lo Lam ¡édi0o de la