3103 LAURO LAURI
o de
slegante gabardina y cubría su cabeza con un sombrer
altima moda. Este fué el que contestó a Manolito.
—¿Que qué lo pasa? Que le ha dado un cólico muy IM
señor. El pobre se retuerce como si llevase en el estómagó
algún bicho.
— ¡Jesús—exclamó el otro gitano, que lanzó una
tada a Alvarito.
—Ya sabes que no soy supersticioso, papá. Ho dicho WA
dicho, como hubiera podido decir un gato de Angora.
—¿Qué cenó usted anoche?—le preguntó Manolito
“Uñas Largas”, que dejaba escapar cada gemido que pa
:l corazón, :
—Mire usía... Anoche me comí un cuarto de kilo «
ion tomate, unas “puches”, un tazón do leche sin azúcar Y
ma ensalada de pepino y tomate, “Aluego” salí con mi hijo Y
nos tomamos unos chatos de Montilla y. otros de Méntrida
'En qué mala hora salí de casa, señor médico!
—En una hora muy mala para usted.
—¿Muy mala? ¿Ha dicho usted que muy mala?
Sí, SCÑOr, :
—¡Ay, madrecita de mi alma, que me dice que me estoY
muriendo! ¡Ay, madrecita mía, que no he hecho el testamoen
to ni me he despedido demi esposa! ¡No deje usted que 10
alo,
severa Mi"
rlía
le sangro
muera, señor médico!
—Hay que operarle inmediatamente—dijo Manolito.
—¿Y me hará mucho, daño?
-—Poco si usted se está quieto y se deja anestesiar:
-—¿Y eso qué es” ¿Darme.el amoníaco?
—Algo por el estilo; pero no tema: nada, que dentro de
cinco o.seis días ya podrá endar por la calle.
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Después de:muchos llantos se dejó operar, y «10 a los $€