Full text: [2] (2)

LA LEY DEL AMOR 
Yo, al aceptarlo, no creía hacer ningún mal. 
Y Marílina confesó a su madre que la medalla no se la 
había encontrado ella, sino Martín, junto a las tapias de la 
Minta. 
La esposa de Aracil hizo con la cabeza un movimiento 
dubitativo. Ella no veía nada malo en el rélato de su hija, má- 
Xime que el joven no se la había regalado con una malsana 
idea, sino por gratitud, ya que era la hija de un hombre que 
lo había hecho mucho bien. El llanto y el temor de su hija 
do estaban justificados. 
—Marilina—preguntóle su madre-—. ¿No tienes que añadir 
lada a lo que ya me has dicho? Detrás del regalo que te ha 
hecho eso joven, ¿se oculta alguna cosa más que tú me ca- 
llas? 8 os así, haces muy mal, 
La muchacha dudó unos momentos, pero pronto se rehizo 
Y siguió hablando. Martín, tan amable siempre con ella, des- 
de que Adolfito había llegado a la quinta ya no la miraba, 
Matando de evitar el darle hasta los “buenos días”. 
—¿Qué te parece, mamá? ¿Será que está arrepentido de 
aberme hecho un regalo que vale tanto dinero? 
—No lo sé, hija mía. Quizá al ver que tienes relaciones con 
Adolfo le pese el haberte regalado la medalla. Tú dehes ha- 
blar con él mañana mismo y devolverle esa medalla pará no 
tener que estarlo agradecida. *Así tendrás más libertad do 
acción. 
Así lo haré, mamá. ] 
Mañana mismo le devolveré la meda- 
lla y le diré que sólo mis padres mandan en mí. 
—Así te quiero, hija mía. Si acaso ese joven te dice algo 
Que no esté bien diel 
Volverle la medalla. 
Muy poco más hablaron, y Marilina aquel día no bajó 
al jardín, permane ciendo todo el día al lado de su madre. Y 
10, vienes y me lo dices a mí para yo de-
	        
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