3304 LAURO LAURI
Lo que más siento es el día en que el joven eche de menos el
dinero que tenía enterrado en la arboleda de la «
juinta.”
Muy pronto llegó a la casa, siendo recibida por Agueda Y
por el indochinito.
-—Abelín se ha quedado en casa. de unos amigos y tardaté
varios días en regresar. Usted se quedará aquí lo mismo que
estaba.
—Muy bien—repuso Agueda, que veía en todo aquéllo algo
- misterioso—, A mí sólo me toca obedecer.
Mercedes durmió muy mal aquell
tir para Saigón llevándose a] joven Aracil, si accedía a irse con
ella. ¿Y si no accedía y quería quedarse en Madrid para se-
guir su vida aventurera? Mucho tendría: que trabajar para
que el joven accediese a sálir de España; pero estaba decidida
a llevar hasta el fin la misión que se había impuesto.
a, noche y pensó en par-
“Podo por salvar esa alma extraviada, incluso emplear la
mentira si ello es preciso. Mis mentiras no me las tomará Dios
en cuenta, porque son para arrancar un alma de las garras del
espíritu del mal.”
Al amanecer quedóse unos momentos adormilada y soñó
que veía a Manuel esposado entre una pareja de la Bene-
mérita,
Hizo un movimiento y despertó. Al darse cuenta de que
había sido un sueño, alegróse infinito.
Después de hacer sus oblig:
aciones diarias se puso el há-
bito y
se sentó a la mesa para tomar el desayuno,
Aguedita. Acto seguido salió a la calle y entrando en una tien-
da habló por teléfono con Marilina, A
que le siryi10
“—Abelín ya no está en esta casa, sino en el Hospital de
Carabanchel, AMí le podré ver siempre que quiera. Yo no me
atrovo a ir a la quinta por si hay algún agente apostado en