Capítulo CLXV
SONAMBULISMO
ás paldo que un muerto, y con los ojo£
que parecía que se le iban a salir de
las órbitas, Abelín llegó al mesón en
un estado que daba pena mirarlo
Se acostó inmediatamente y el mer
sonero tuvo que llamar otra vez al
médico, el cual vió que tenía uná
fiebre bastante alta. Además de la
fiebre le notó una fuerte excitación nerviosa.
—Ha debido sufrir este muchacho un gran disgusto, porqué
] ha comido. El
1e al
parece que la fiebre no le viene «
estado en cama se ha alimentado muy poco.
—Cierto, doctor; no ha comido nada absolutamente. Yo NY
sé cómo se ha podido sostener para ir hasta el islote. Si la en”
y
fermedad es de un disgusto, éste ha debido de ser el que tomo
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