LA LEY DEL AMOR 3391
Sentía inucho, pero que to podía abandonar las" misiones.
Añadía en lá carta que Abelín estaba totalmente arrepentido
nes cometidas en otros tiempos, no callán-
i v , 13 : Harta:
ado acto el día qué el tagálito le'robó el reloj.
er la acción de su herm 10, dió gracias'a
1
le permitido que le llegara su fe.
¡Bien se lo he pedido! —meditóuL: ¡Que sea para siem.
Pre su arrepentimiento y no vuelva a pecar!”
Marilina, al enterarse por su esposo, hizo un gesto de
duda. Ella no creía enel arrepentimiento de Abelín.
Merceditas y la joven Marilina 'sesuían estudiando, y la
Mayor parte de los días salían solas de la quinta para ira
Sus habituales destinos.
Un día quedóse Marilina en eania. pues se hallaba muy
Yesfriada, y, por tanto, tuvo que marcharse sola Merceditas.
Lo' mismo uña que la otra estudiaban la carrera de Me-
dicina, y se hallaban ya en el tercer año. Manuel lo había
Querido así, y ellas habían accedido MUY gUStOSAS,
El día de que nos estamos ócupando, al entrar Mercedes
“1 San Carlos fué interrogada' por varios muebachos de los
Que estudiaban con elas.
—¿Y tu hermanita? ¿No te acompaña hoy Marilina?
—No—repuso Mercedes. Marilina está algo resfriada, y
$8 ha quedado en casa: Quizá mañana venga ya.
—¡Qué pena! ¡Estamos tan acostumbrados a veros juntas,
Que cuando sólo vemos a una hos parece que falta la mitad!
—Nada, hombre—expuso un estudiante. Yo. cuando miro
A na, me parece qué veo a las dós, por el gran parecido que
Menen.
Entraron todos juntos 'al aula, y cuando salieron de ella
descaron a Mercedes que mejorase Marilina. Lo mismo la
Ma que la otra eran muy queridas por todos los muchachos.
Ú