con el pu
que se contava la Quinta de las Azucenas, no lo pasaría mal;
méxime que se dedicaría a los necocios para aumentar así su
dinero. Su abuelo le a; ra “trabajar”, y a los tres q cua-
tro años podrían regresar a España; hechos dos millonarios,
Mira, abuelo-“le dijo una mañana, cuando dieron vistá
a la más hermosa isla de las Antillas, en la que deseaba pasar
el mocito unos dí , tú en esta tierra no tienes que ser el
mismo que eras en Madrid, sino otro ho1 EA más atrevido,
si AA ñ 1 +: AN : ] ] , ]
Y Sobre tcao, menos a 120 ae ap terarte de l o que no es tuyo,
porque al primer robo que cometas te ahorcarán sin tener
misericordia de ti, y a mí, por haberte traído, me despojarán
de todas mis fincas. Tú aquí tienes que ser muy honrado,
y dártelas de marqués, y nada de decir que eres gitano, pues
si lo dices te mirarán mal. Aunque no quiero perder el tiem-
po y estoy deseando tomar posesión de lo mío vamos a degs-
embarcar en Ta Habana, porque me han dicho que es muy
bonita /'y:a y: en ella siete u ocho días, Aquí ereo que hay
1 *
unas muehachas
” hermokas, pero eso a ti no te interesa,
porque 'ya' no puedes con los años. ¡Mira si yo encontrase
uña mulatita que fuese millonaria y me quisiera mucho, qué
pronto iba a pedirsu mano a su mamá, si no era huerfanita!
¡Mira! Aquella torre tán alta que se ve junto al puerto es
el Castillo: del Morro, y la otra, no tan alta, La Cabaña. El
puerto es hermosísimo, y siempre está Meno de barcos que
vienen de todas las naciones a cargar tabaco y azúcar. No
creas que no me pustaría vivir aquí, pere en esta tierra no
,
en ella tendrí
poseo nada, y para inst a que vender
todas las fincas que tonea en Méjico. ¿Qué te pasa, abuelo,
que no me hablas?
Nada, hijo mío, No me pasa más que en estos momentos
estoy pensando:en loque será del “Machaco”, el burro que he