LA LEY DEL AMOR SA]
. 1 q? y ; » A o ) c PY f > 7
Misa, era de los más diestros de La Habana conducie
z ; Ñ 22 Ara OD
hay para qué decir que el señor Manuel, al lado de Ariemisa,
ño se cambiaba en aquellos momentos por nadie, máxime que
llevaba la guitarra que le había hecho famoso en el paseo de
Marianao.
1irtemisa iba nuy jubil: 14 de VU! JA-
4 . ” 1
Bolito ¿el Rue
un hombre que se
pe 1 * " 1
fontraba en plena juventua,
ne 3 ] . 8] , SA r11
—Mira, querida, aunque en casa de doña Belisa haya inu-
e) 1H 0-1 A | d+ lo Y | las 6
las muchachas y yo ¿es diga alguna ria de las que a
ON l 7 ñ y 1 1 lar
Veces acostumbro, no lo tomes a mal ( tuego que
1se a una 1 y 63ta
A 1
ella mujer fué tan
, , 1 p
Habtan Y lo a la pul le un hermoslisimo ] 111,QUe
y 1 y ] er ,
tenía una a1 léeda 1 a. Unad us verias distariía unos
] ] A? A 1
diez metrós de la oriiia Gel mar, Cuvas ¿ 18, Cuando, se al
Como las tuyas no ! hay en toda La Habana!
mo la acarició una mano muy discretamente.
'ntravon en el jardín de Belisa, la cual estaba paseándose
Por entre una calle de tamarindos, Bastante más joven que
Artemisa, tenía dos ojos como dos noches y un tipo escultu-