Full text: [2] (2)

1994 LAURO LAURI 
Y Blanca Nieves entró en la aleoba donde se hallaba su 
espogo. 
Este había despertado y se hallaba sentado en el lecho 
Miró asu esposa cón los ojos muy abiertos y sonrió de una 
manera estúpida. 
Buenos días—saludó a Blánca—. ¿Me puedes decir ls 
hora que es? Ab, sí! No te molestes, que son las ocho, y yi 
hemos pasado de Aranjuez.
	        
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