3STZ LAURO LAURI
¡Queda usted detenido !-—le dijo-——, Salgamos al instante
dé aquí...
-=¿(Que: quedo detenido ?-—tartamudeó con «alterado: acento
el mocito.
—No replique y sígame hasta: la puerta de la calle, donde
nos espera un coche y otro agente. El cheque se queda con
él el:cajero del: Banco para devolvérselo asu dueña.
Alvarito, al verse entre las mallas de la Just ticia, no trató
de resistir y siguió al agente. En la puerta se hallaba un: auto
y Una pareja de guardias,
El gitano subió al coche, y tras de él subió la citada par-
reja, sentándose los tres: en log. mullidos almohadónes del
vehículo,
No tardó el auto en ponerse en marcha, rodando muy
ligero por las hermosas y asfaltadas callos de La Habaña,
muchas de ellas con frondosa arboleda: tamarindos, palme-
ras, naranjos y, sobre todo, muchos arbustos en las plazas
y parques...
Alvarito no se fijaba en nad: , y miraba a/todas partes con
indiferencia. ¿Qué diría la bill a Marisa cuando sé enterase
de la estafa que había tratado de hacer?
Muy pronto se detuvo el“coche anteun edifició que tenía
una fachada monumental. Descendieron: lo4 ocupantes del
auto, y pronto Alvaritó se encontró frente a un severo ma-
gistrado y de una señora, ante la cual no pudo por menos de
lanzar un; grito de terror. Aquella señora” era Artemisa, la
esposa de su abuelo, la-cual le: miraba cot' una sonrisa de
marcada ironía.
“—Alvaro Malaespina... ¿No es ese sii nor nbre?le interro-
gó el juez—. Muy ar Aquí esta señora le ha dentúiriciado,
acusándole de» haberle hecho firmar un ehequé “en” blanco,
para escribir usted en él una cantidad que élla aún ignora,