LA LEY DEL AMOR 3595
Alvarito escuchó con mucha atención a su abuelo, y,
cuando terminó de hablar, hizo con la cabeza un movimiento
negativo. El también se marcharía con su esposa a Madrid,
y allí, con el millón que poséía, no lo pasaría mal.
Marisa era una mocita que le quería mucho y no esperaba
tener con ella ningún disgusto, máxime que no la dejaría
tratarse con los “Uñas”, de los que él renegaba, y, como de-
cía muchas veces, eran unos descamisados, que no vivían
más que merodeando por las huertas de la orilla del Man-
Zanares.
Transcurrieron quince días, y una mañana recibió Ma-
huel una cita del juez, llamándole a. su despacho. Allí le en-
tregó medio millón de pesos, que fué la cantidad fijada en
“oncepto de indemnización, para que pudiese vivir separado
de su esposa, sin sufrir más agravios.