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LA LEY DEL AMOR 3029 
en una carrotera mejicana. Añadió que se querían mucho y 
que la había traído con muy mala suerte a Madrid. 
María Luisa, sin darse cuenta de lo que hablaba, dijo que 
Sus hermanos le habían robado el bolso de mano en casa de 
Su madro, y ella por no acusar a los ladrones había mentido, 
diciendo a su amante que se lo habían quitado en uno de los 
tranvías de la calle de Alcalá. Antonelli, que nunca maldecía, 
al verla llorar con tanta amargura había dicho lo siguiente: 
“Asi maten al ladrón”, y efectivamente, un auto le había 
inatado, siendo, por lo tanto, ella la causante y para mayor 
desdicha fué Alvarito. 
Maripepa que ignoraba este detalle empezó a llorar y 
tirarse del pelo como si la hubiera dado un ataque, 
—iMaldecido! ¡Me he quedado sin mi hijo por maldecirle! 
¡No fuiero estar más tiem po en esta casa, porque a cada 
instante. voy a ver la sombra de mi hijo! Tú quédate, hija 
mía; pero mientras estés al lado de ese hombre tu nales 
habrá muerto para ti, y , Alvarito, no-temas que tu madre 
ho ha dejado de quererte. 
Y la gitana tiró de Alvarito y de Marisa y los'sacó de la 
estancia. 
La “Marquesita” al quedarse sola rompió a llora” con 
amargura. ¡Abandonada! ¡Su madre la dejaba y se marchaba 
ton su otro hijo! Y la misma mañana lo había dicho que eña 
Cra la hija que más quería. Aleo más de una hora estuvo 
llorando: pero no le pasó por su mente la idea de maldecir 
4 su amante, que era inocente de la muerte del “Uñitas”. Dé 
haber sabido que el ladrón había sido su hermano ño se hu- 
biera atrevido a maldecirle y José no hubiera muerto atro- 
Dellado. El maldito sino, que eva para ellos inexorable y les 
traía desdicha tras desdicha. En cuanto qué llegase Antonelli 
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