LA LEY DEL AMOR 3631
y en efecto, un auto le ha matado, y para mayor desdicha ha
sido el auto de mi hermano. ¿No me dices nada, no te da
pena de mí, al verme tan dolorida? Tú no sabes lo grande
que es mi dolor, porque el consuelo de una gitana es desear
la muerte del que hace daño a los suyos, y yo no te la puedo
desear a ti, ni a mi hermano Alvarito; aupque entre los dos
le habéis muerto. Y para terminar, mi madre se acaba de
marchar, porque no quiere vivir al lado de un hombre que
dice que es el que ha tenido la culpa de la muerte de su hijo,
«—Mucho lo siento, pero no lo puedo remediar—dijo An=-
tonelli con cierta ironía—. Y si a eso vamos, querida mía,
tú también has tenido alguna parte en esa muerte, porque
de haberme dicho que el bolso te lo había robado uno de
bus queridos hermanos yo no le hubiera deseado la muerte $
pero ya el daño está hecho y yo no puedo hacer nada más
que pagarle el entierro en la Almudena.
—No te burles, Antonelli. No te burles de mi dolor ni del
de mi madre, que la desdichada tampoco puede maldecir al
hijo que ha matado a su hermano. Quiera Dios que tampoco
nos maldiga a nosotros y se muerda el corazón, bebiendo las
lágrimas que en este momento estarán surcando sus mejillas,
No te quedes suspenso, amor mío, que yo rogaré a Jesús de
Medinaceli por ti y ya verás cómo no te pasa nada, aunque
te maldigan todos mis hermanos, De no ser tan ladrones nada
lé hubiera pasado a Joselito, pues aunque éste fué el que me
cogió el bolso todos ellos habrán disfrutado del dinero que
me diste tú.
—No hablemos del dinero ni de la muérte de tu hermano
que yo siento mucho, aunque no crea tal cosa tu madre, y en
lo sucesivo mis labios no volverán a maldecir, Me he enterado
de que mañana será el entierro, y aunque quería ir a él no
lo haré, ya que tu madre y tus hermanos me culpan de su