3638 URO LAURI
aparecer, acompañada de Jeromo, por entre los matorrales
que había a la derecha del hotelito.
Al verle corrió a él. econ los brazos abiertos; mas Anto-
nelli creyó adivinar algo misterioso tras de la sonrisa que
adornaba sus labios.
—No quiero que te alejes mucho de la casa, querida mía.
No quiero, no sea que el día menos pensado te tropieces con
algún toro desmandado, o te ataque algún reptil de los mu-
chos que anidan por estas matas. Todo lo más que debes ale-
jarte de la casa son unos doscientos metros. Menos mal que
te acompañaba Jeromo, que conoce muy bien todos estos
andurriales; pero, de todos modos, no debes alejarte.
—No acostumbro a salir mucho; pero es que estaba la ma-
ñana tan hermosa, que. me han dado deseos de ir hasta cerca
del monte. No creas que estos paseos me sientan mal, pues
el aire de la sierra me o Ahora mismo tengo un ape-
tito que me comería medio pollo, y no te digo pollo entero,
porgue.nome gusta mentir,
—Me alegro que así sea, Entremos, y ya veré si es clerto
lo; que dices. Toma, esta caja de pastas, que te traigo, y come
todas las que quieras.
Muy pronto entraron en la casa, sentándose ante la mesa,
en la, que. Josefa les sirvió la comida.
María Luisa no hacía más que hablar y reírse de todo lo
que decía :su amante; pero éste, que era muy buen observá-
dor, notó. que toda aquella risa no era natural, y esto le llamó
la atención mucho, y se puso alerta para ver si podía adivi-
nar qué pasaba dentro del alma de aquella mujer. a la que
tanto quería, y. ala que no dejaba. tratarse, después de: lo
ocurrido, con su madre y sus hermanos, los cuales ignoraban
que se hallara tan cerca de Madrid.
“Ni. ellos me pueden querer, ni yo. mirarles bien.