3654 LAURO LAURI
días, saliendo' acto seguido en una motonave que haria es-
cala en Génova, y más tarde en Málaga, donde recogería el
pasaje y carga vara Inglaterra.
El barco se hizo a la mar en el puerto de Manila una her»
mosa mañana del mes de Mayo; pero como en el Océano
Indico la hermosura o, mejor dicho, la quietud del mar dura
muy poco, al anochscer empezó a moverse el agua y un trueno
lejano dió a entender que se acercaba una tormenta. Merce-
des y Sor María de Jesús, como se llamaba la otra monja
que iba en el mismo departamento, sacaron sus rosarios y se
pusieron a rezar para que el Señor amansara el furor de las
olas embravecidas. Un segundo trueno les hizo adivinar que
la tormenta se acercaba. ¿Qué ocurriría si Dios no tenía mi-
sericordia de ellos? El trasatlántico se movió en todas direc»
ciones, y a pesar de que trabajaban sus tripulantes muchos
creían que la nave iba a terminar por hundirse en el mar. No
tardó en desencadenarse una Muvia torrencial que hizo mucho
más terrible la situación PA a que de no haberse puesto en juego
las mangas el agua hubiera llenado hasta! las bodegas donde
se hallaba toda la car ga que habían recogido en Manila para
llevarla al citado puerto de Hons Kong.
Sor María de Jesús se hallaba mucho más asustada que
Mercedes, y ésta tenía que darle ánimos a cada instante
para que no decayese y se mantuviese serena en aquel duro
trance, Un horroroso trueno las aterró y hasta la misma Mer-
cedes no pudo por menos de estremecerse y lanzar una mirada
a la imagen del Corazón de Jesús que habían puesto sobre
un tragaluz, por el que se veían los relámpagos que ilumi-
naban hasta el fondo del mar, apreciándose el nadar de peces
de todos los tamaños, no escaseando los pulpos que con sus
tentáculos parecían querer aprisionar el casco de hierro para
hundirle en el turbio elemento. Aquéllo era horrible, y mu-