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- LA LEY DEL AMOR 2065 
Y Martín, dirigiéndose.al lugar donde tenía a su caballo, 
lo sacó a la puerta, montó en: él y bajó como el agua de un 
torrente por-la pina ladera hasta llegar ala llanura, donde a 
poco se distinguía como un punto en lontananza. 
El doctor se figuró que iba a llevar algún mensaje a don 
Alvaro, mas se calló, y cuando vió, que el “J efecito” se había 
echado a dormir la siesta entró en la alcoba de la niña. Esta 
había despertado y miraba a la puerta con inquietud, 
Al ver entrar al “Jaguar” sonrió. 
—Me tienes abandonada en este encierro—le dijo—. Mo 
aburro estando sola. 
—¿ Y quieres que permanezca a tu lado todo el día? 
—Si tú quisieras... 
Sí quiéro; pero temo infundir sospechas. 
¿Qué temes que sospechen de: ti? ¿Que me quieres y 1uu 
vas a dejar en libertad launque mi padre os niegue el dinéro? 
—No te equivocas. 
«Temo que no puedas hacerlo y te expongas a que te ase- 
sinen. 
No hay un solo hombre entre los indios que se atreva a 
disparar contra mí. 
— ¿Tienes las plumas del caburé? 
¡Bah! No creo enla virtud de las plumas de ese bicha- 
traco, ni me asusto de las demás aves agoreras 
—¿Qué tienes, entonces? 
= Un amplio conocimiento de la Medicina, que empleo pare 
curarles todas sus enfermedades. 
—¿Y crees que por;eso te respetarán? 
—Sí, | 
—Más vale que así sea. 
—Además, vo soy.el alma de los indios, y sin mí no tarda- 
rian en caer en poder de los soldados, 
La Ley del Amor - Folletín. Cuad. 150
	        
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