1862 LAURO. LAURI
—¡Qué grueso está!
—No es de extrañar, puesto que come como un lobo, Ayer se
comió seis huevos fritos y medio kilo de jamón *
—¡Qué barbaridad!
—Arréglame esto por si viene el doctor.
—Sí, señora.
Y en un momento arregló el dormitorio. Blanca Nieyes,
cuando lo vió todo arreglado, se durmió.
No tardaron en llamar a la puerta, abriendo la doncella,
—Adelante—dijo al ver que eran don Abel y un doctor amigo
suyo—. Pasen por aquí...
Y les llevó a la alcoba de Blanca Nieves, la cual abrió los
ojos cuando les oyó hablar,
——Buenas tardes, ¿Qué es lo que le pasa a esta señorita?
—Que anoche tuve mucha fiebre. |
—¿Qué ha tomado? Quiero decir que si hoy ha comido algo...
—Muy poco. Me he tomado un vaso de leche y. unas pastas.
—Tome lo que le apetezca, puesto que de estómagd no hay,
nada.
—¿Y de pulmón o hígado?
—No lo puedo precisar. Tendrá usted que hacerse un aná-
lisis de sangra, No estará de más que la miren con rayos X
y le pongan un método de alimentación.
—Muy bien.:Lo que usted disponga—dijo Blanca-—. No es
mucha la gana que tengo.
—Junto a la medicina le recetaré un reconstituyente.
Y extendió una receta. Acto seguido se despidió de Blan-=
quita,
Don Abel le acompañó hasta la puerta, y allí le interrogó:
—¿Qué es lo que tiene? ¡No me engañe, doctor!
—No tiene nada; nada en absoluto,