LA LEY DEL AMOR 2169
—Un hijo de veinte años y una hija de quince años, que está
tan alta como'tú y que se llama también Marilina, El hijo se
llama Manuel, y es un arrogante mozo que ya está en el quinto
curso de Medicina. |
—Me gustaría conocerlos. Marilina y yo nos haríamos muy
buenas amigas...
—Más adelante. Ya te he dicho que mi hermano y yo tene-
mos un carácter muy diferente.
—Y eso que hemos venido a La Habana pensando en él,
—Así ha sido; pero su recibimiento no ha sido el -que yo
esperaba tras de estar sin, vernos tantos años.
—¿Le dejaste la dirección cuando te despediste de él?
—$í; la dejé encima de la mesa de su despacho. ¡Que para
él soy un indeseable no lo pondrás en duda al ver que no ha
venido un solo día por aquí!...
Muy poco más hablaron, y: aquel mismo día. don Juan:
compró un automóvil para ir desde La Habana a la ciudad de
Matanzas; El coche era magnífico, y unag veces lo conduciría
él y otras la niña.
—¿Qué más quieres?=le preguntó don Juan cuando HMevaban
el auto al garaje. :
—Que alquiles un piso. Quiero tener dos domicilios.
—¡Mira! En aquel balcón hay un albarán.Es un piso en=
tresuelo..
Don Juan detuvo el auto, y 108 dos entraron en la casa,
que era un suntuoso edificio de lá calle del Obispo, la más
céntrica y elegante de La Habana. y
—Quiero alquilarla ahora mismo—dijo'el' médico.
En Cuba, lo mismo que en la mayor parte de los países
americanos, los trámites de las transacriónes son verbales, y
en un euarto de hora todo quedó arreglado, Queremos decir