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LA LEY DEL AMOR 2183
¿Me has conocido, hermano mío?
—¡Juan! ;
—¿Qué te pasa? ¡Te has puesto muy pálido! ¡Ni que hu-
bieras visto la cabeza de Medusa!
-—La SOYpresa...
—No es de extrañar... Al cabo de quince años...
—¿ Y qué ha sido de ti? ¿Quién te ha. dicho que yo vivía en
esta calle?
—Te he encontrado por la Guía telefónica... Mejor dicho,
supe de ti desde el día que llegaste a La Habana. Pero no te
he escrito- porque no podía darte noticias agradables...
-—Me figuro que a nuestro querido padre no hay quien lo
saque de su vida aventurera...
-—Y no te equivocas.
—Bien; ¿te has fijado gi aún quedan muchos enfermos en la
tala?
-—Tres o cuatro. No me he fijado bien.
AER unos momentos.
Y Manuel, abriendo la. puerta, lanzó una mirada sobre la
sala.
—Tres—dijo—, En un' cuarto de hora los despacho. Espé-
Tame.
Don Juan se puso en el balcón, y los enfermos fueron en-
trando uno a uno, Al terminar se aproximó a su hermano y
reanudaron la conversación interrumpida,
—¿Qué me dices, Juan? ¿Qué habéis hecho en estos quince
años?
—Atesorar mucho dinero para que se lo lleve el diablo:
Y le contó la vida que habían hecho entre los indios, Nos-
Otros tenemos allí otro nombre.
—¿Qué nombre tenéis?