LA LEY DEL AMOR 2139
Manolito le contó lo ocurrido con todo género de detalles,
y tal fuego puso en su relato que Marilina no osó reñirle,
Al día siguiente Manuel acompañó a su hijo hasta la
puerta de la Escuela de Medicina.
—¡Que no quiero jaleos, Manolito!—le advirtió al llegar a
la puerta.
—Márchate tranquilo, papá. No temas, que no volverá a
ocurrir. y
Y le sonrió. Manuel se dirigió a buen paso a su casa, donde
ya había más de veinte enfermos deseando verle entrar.
Algo más de las doce serían cuando terminó, y pasó al
despachito de Marilina.
—¿Y el niño?—le interrogó.
«—No temas. Tu hijo es muy formal,