Capítulo XXTI1
EL, AMOR DE MALAESPINA
a Jovencita “e los ojos AZULES, O Sea
Mari, llegó a su casa acompañada :
de Rosita, que era la mejor de sus
amigas. No hará falta decir a nues-
tros lectores que la rubita era la hija
de Marilina, la cual estaba muy le-
jos de pensar que su esposo estaba
enamorado de su propia hija.
Ni don- Alvaro; que creía a su esposa en Madrid, podía
pensar que su amor era un amor incestuoso, ni Marilina ercer
que el hombre que tenía un derecho indiscutible sobre élla
estaba en La Habana huscando nuevos amores por Habérsele
muerto su amante.
Marino le dijo-nada dela suerte que habían tenido junto
al estanque de:“ElRecroo de La Habana”, y ella y su amiga
se asomaron al'balcón para respirar el aire dela noche,
—¡ Mira, Rosa, por allí viene mi hermano Manolito! ¡Qué
)
Cara de enfadado trae