LA LEY DEL 'AMOR 2227
Así lo hicieron, y Manolito salió corriendo en busca de
su madre, que ya había vuelto en sí y estaba jurito 4 ln nuer-
ta. Mari y Rosita estaban a su lado,
-—¿Cómo te encuentras, mamá?
— ¡Hijo mío!
* No ha sido nada, Que he tenido que darle una bofetada
a un sátiro por besar a mi hermana. Te has asustado sin mo-
tivo, y lo mismo hubiera hecho de haberte besado a ti,
—Te ha dicho que de haber tenido un arma te hubiera ma-
tado—díjole Rosita,
—Y yo, de no haberme sujetado, le hubiera arrojado al es-
tanque.
—El que le acompañaba se ha puesto muy valiente,
Manolito echóse a reír; no así Marilina, que mientras ca-
_Mminaba al lado de su hijo no cesaba de mirar por si les se-
guían.
Su hijo lo notó y la besó en la frente con amor filial.
—No tengas” miedo, mamá, que tú hijo, si le atacan, sabrá
defenderse.
Y después de un momento de silencio, añadió:
—Y más si los agresores fuesen esos dos hombres, a los que
creo haber visto hace muchos años,
—¿'T'ú crees haberles visto. antes de hoy?
—Sí, mamá. Me parece haber visto hace mucho tiempo al
que ha besado a Mari, no sé si en sueños o en algún cuento
de brujas y demonios, .
- Marilina se estremeció. Su hijo, como él mismo había
dicho, creía recordar a aquel hombre, ,
Y aquel hombre era don Alvaro, y la niña a la que había
besado con un amor incestuoso era su hija.
No tardaron en llegar a casa, a la que también Manuel
acababa de llegar,