Capítulo XXV,
LA SORPRESA DE MANUEL
¡ anuel y Marilina se instalaron en una
bonita casa de la ciudad de Matan-
zas, que les alquiló una señora lla-
mada doña Jovita, que era muy ami-
ga del matrimonio y quería mucho a
la pequeña Mari y a Manolito.
Ds on .. La casita estaba a la' orilla del
at mar, y desde sus balcones se divisaba
la inmensidad azul en toda su extensión,
——¿Qué te parece Matanzas?—le dijo un día Marilina.
-—Me parece muy bien. Es muy bonita; pero yo soy aquí
un hombre inútil, y yo he nacido para ser útil a mis seme-
jantes. .
—¿Quieres ya volver a La Habana, donde vive el hombre
que tiene jurada la muerte de nuestro hijoz
—No, Si no quiero volver mientras tu esposo esté allí, y no
porque le tema.