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—¡Mira. qué hierba más alta, moteada de. flores encarnadas 
y amarillas! 
—Muy bonita, es cierto. 
“Ti Y no me dirás que el agua es mala! ¿A que no tenéis en 
España un agua así? 
Manolito dirigió una mirada a la fuente y «sonrió con 
Ironía. 
—Madrid tiene un agua que no tiene nada que envidiar a 
ninguna. ; ' 
Niña Isabel, al nombrar 1 Manolito a Madrid, no pudo por 
menos que danzar un profundo suspiro, 
mi bonito"debe ser aquello! Juan me tiene ofrecido lle» 
varme, pero no sé cuándo será. 
EN ¿Has dieho Juan? 
—Mi papá... Me he quivocado. 
Y sus mejillas se pusieron como dos amapolas 
—¿Qué hor que te quiere llevar a Madrid? 
—Así 1ae lo tiene dicho. 
"—Mucho mejor sería que te llevase como tu marido y par 
sarais allí la luna de miel. 
—¿Mi marido? No me hagas reír, Manolito. ¡Mi marido! 
Yo no tengo quien me quiera, 
—¿Ni tú quieres a ningún hombre? ¿—le preguntó el joven 
a tiempo que se sentaba en la hierba: : 
—¡ Hombre!... Querer. ..», Le Quiero a ti, Y ya que sale a cuen- 
to, voy a decirte lo que debiera tener muy callado. 
—¿Qué tienes que decirme? No me ocultes nada, Isabelita. 
—Que, te quiero desde el día que me defendiste en aquel 
Parque de La Habana. 
—¿Qué hombre no hubiera > hecho lo mismo en mi lusar? 
"—No. Tú eres de la tierra de Dor 1 Quijote. 
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