LA LEY DEL AMOR 2261
ya iban a regres
con la mano.
—i¡ Mira, Manolito !-—di jo—. ¡
un reptil.
—No. Es la huella de un hombre.
—i¡Bah! Algún '
sigas la huella, qu
y
ar a la fuente cuando la niña señaló al suelo
Mira! Esta no es la huella de
“salado” que nos estaria escuchando. No
e pronto desaparecerá en la hierba.
Así fué, y Manolito desistió de S
los dos al lugar donde 1
uú búsqueda, dirigiéndose
vbían dejado la merienda