Full text: [2] (2)

LA LEY DEL AMOR 
—¿Me vas a secuestrar para pedir por mi rescate otros cua. 
tro millones de pesos? 
—Voy a cortarte la lengua para que no la tengas tan vene- 
nosa y hables más de lo debido. 
—Agquí no estás entre los indios de las montañas de Méjico: 
aquí no vale el “fierro”, 
-——Bien; ya hablaremos. 
-—Todo lo que-tú quieras, pero esta nocne, ya que manana 
no estaré aquí. 
—Mañana, pasado y todos los días que yo quiera. Todos te 
aras diría que estabas loca y te 
encerraría en una casa de salud. 
—Y yo diría otra cosa de ti que te haría más daño. 
-—¿Qué podrías decir? 
-—(Jue secuestr 
creen hija mía, y si te march 
ando a una niña inocente le sacaste cuatro 
millones de pesos a don Alvaro Malaespina. 
—Ya sabes que por ti no daba ni ún peso, y que si dió algo 
fué por Rosina, a la cua] atropellaste con la moto, dejándola 
inalherida. E 
—Todo eso es una fábula inventada por ti, que nadie creerá. 
—Bien, bien. Aquí te quedas, 
Manolito no tuvo más tiempo que el necesario para llegar 
a su alcoba y encerrarse en ella. Don Juan salió y cerró con 
llave la puerta de la habitación de la niña. 
“¿Qué es esto ?-—preguntóse Manolito—. ¿Que Isabel no 
es hija suya? ¿Que ha estafado cuatro millones de pesos a don 
Alvaro? ¿Que está celoso de mí?” 
Y mientras más se esforzaba en aclarar aquel enigma, me- 
LOs lo entendía, 
“—Me marcharé en cuanto amanezca—se dijo—. Me mar- 
charé sin despedirme de mi tío.” : 
Y sentóse en una silla dispuesto a esperar la llegada de
	        
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