LA LEY DEL AMOR
—Aquí estoy, papá—dijo Manolito present
fancia—. No quisiera habértelo dicho...
“Mal hecho. Yo debo saber
todo lo que os sucede,
"—Te lo diré.,
. Que anoche oí decir
¡andar para mi Casa; y yo me he ad
—Has hecho Iuy bien; pero quie
ro saber sí tú le ha
algún motivo para quere
r arrojarte de allí.
—Yo0 no le he hecho nada, papá.
Y Manolito repitió t
madre. Manuel mordióse el labio inferior
"¿Tú crees que niñ
a Isabel no es hija suya?
-—Y tú creerías lo mismo si le hul
niña.
¡ —Muy bien. Dentro de unos inst
antes iré a su casa Para
que me diga per jas que tiene de ti,
a niña. Tú
negado a sácarla de allí.
En aquel mome
"sonalmente las que
-—Te dirá que me he llevado a 1 , en mi lugar, no
te hubieras
nto sonó el timbre de la duerta de la Cc
alle,
saliendo un criado a abrir,
Segundos después volvió, diciendo:
—Don Manuel, el señor que estuvo el otro día.
—Mi hermano—musitó—. Que pase. |
Don Juan penetró en la estancia, En su rostro se adivi-
haba el estado de su alma. De
ljo de su hermano despl
nos “Buenos días”
Miró a Manuel, que
hermano.
spués de mirar con fijeza al
omóse en un sillón,
que apenas se oy
murmurando
eron. Á continuación
sostuvo con serenidad la mirada de su
"Manuelle elijo con acento re
do de mi casa llevándose
—Mi hijo n
ncoroso-—, tu hijo ha huf-
a mi hija.
o ha querido seguir e
2 Una casa de la que iba a
Ser arrojado sin motivo al
guno,
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ándose en la es.
al tío Juan que me iba a
elantado a sus propósitos,
s dado
odo lo que acababa de contarle a su
—le preguntó,
eras oído recriminar a la