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Tambaleóse, y para 1
asirse a una esquin
10 Ca
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a de sl
nea hablaba con tan aparente sin-
don
mejillas se pusieron
ceridad que Abel se sofocó y
como dos
Hombre pacífico, en aquel mo:
se hubiera enfrentado con un
león abisinio que hubiera mirado
con malos ojos a Blanquita.
er al suelo desplomado tuvo que
de despacho.
—¿Quién será ese hombre? ¿Qué objeto le llevará a tu Casa,
si no es el móvil del robo? Mes Jor quisiera que se hubiera apo
derado de todas tus joyas.
Blanca Nieves, viéndole tan alterado, ho se atrevía a
cl los labios, Tras un momento de silencio le obligó a
sentarse en un sillón,