Full text: [2] (2)

LAURO LAURI 
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En aquel momento entró niña Isabel, la cual, al oir esto 
último, sonrió. 
“¡Que es el único hombre que la quiere!... ¡En poco tiem- 
no le ha entrado ese querer!” 
Y miró a “su hermana” con odio. 
Don Alvaro leyó en los ojos de su hija y arrugó el ceño 
para manifestarle su disgusto. 
—Tendré que llamarle la atención—dijo para sÍ.. 
Aquella noche no durmió por pensar en hermanarlas y 
hacer que se quisieran, ya que si se llevaban mal su casa sería 
un infierno. 
“Merceditas tiene en sus ojos azules la 
lina. Isabel, la ardiente sangre mía. 
Y acordóse de la hecho con Rosina, y tembló por Merce- 
bondad de Mari- 
des. 
“No mirará que es hermana suya y la matará si ve que la 
distingo más que a ella.” 
No dejó de pensar en Maril 
“Me hubiera alegrado verla a e 
ina y en Manuel Aracil. 
lla. Debe de estar bellísima 
on su segunda juventud. ¡Y pensar que ya no es mía!” 
Una oleada de sangre le subió a las sienes. 
«Mientras viva ese hombre no será raía. Quizá volviera a 
mis brazos si Manuel falleciese.” 
Y una mala idea le asaltó. En los barrios extremos de Las 
xil pesos apuñalaban 
Habana había muchos negros que por IA 
al hombre más valiente de la Tierra. 
“Manuel es médico y resultaría sencillo hacerle salir de 
<y casa una noche.” 
No tardó en ir ampliando la idea. 
“En cuanto amanezca lo trataré con * 
ha de poner muchos inconvenientes.” 
Tejerita”. El moz0 
no me
	        
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