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1886 LAURO LAURI
-—Mañana ven lo más pronto posible para calmar mi in-
guietud,
-—Si no ocurre nac
te llamaré por teléfono.
Y Blanca Nieves, después de estrechar la mano del ban=.
salió de la casa, dirigiéndose apresuradamente a 12
la vendré muy temprano, De lo contrario,
Uero,
juya.
La “Marquosita” la esperaba en el balcón y le hizo un gra-
vioso saludo con la mano.
—Buenas tardes—dijo al entrar,
—Buenas tardes, doña Blanca. Hoy no he pasado tanto mies
do como ayer. P
¿Ha estado don Juan? ¿No? ¡Qué descastado que es! No
me va a querer escuchar el primer día que venga por aquí,
—Ayer me dijo que tenía que salir de Madrid y que no tés
gresaría hasta dentro de dos o tres días.
—Te habrás aburrido.
—No. He estado leyendo esa novela que tiene usted encima
de la cómoda,
—¿“Madonita”?
Sí, señora, ¡Qué niña más abnegada y más ejemplar!
¿Todas las niñas de tu edad deberían leer esa novela.
'Entraron juntas en la salita,
-—¿Qué cena quiere que preparemos para esta noche?-—1n-
quirió la “Marquesita"—, Tendré que ir a la tienda, Usted
dirá, l
que tracr un kilo de jamón y otro de embutidos ;
— Tienes
también has de comprar una docena de huevos y algunas
otras cosillas.
—¿Quiere usted que vaya ahora o más tarde?
-—Más tarde. Ahora vamos a arreglar tu aleoba y la mia.